La situación que se ha generado en todo el mundo a partir de la aparición del coronavirus, nos ha llevado a todos a cambiar hábitos, costumbres y a estar más tiempo en nuestros hogares, aislados. Parte de ese tiempo, podemos aprovecharlo para reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante y aquello que no lo es. En estos días, he recibido un correo con un texto anónimo que vale la pena leerlo y que, para mí, es de lo mejor que he leído recientemente. Lo comparto en este blog, luego de haber hecho una traducción libre del mismo (dado que el original me llegó en idioma griego).
DE REPENTE…
De repente, las calles quedaron vacías, las ciudades se silenciaron, las casas se convirtieron en lugares de confinamiento.
De repente, todo lo que pensábamos que era genial, que nos daba valor, prestigio, razón de ser, se volvía insignificante.
De repente, nuestra salud, que muchas veces descuidamos, ahora nos preocupa, se ha convertido en la parte más preciosa de nuestra existencia.
De repente, las personas que amamos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, nos producen terror, y debemos mantenernos a distancia de ellos para evitar el posible contagio.
De repente se perdió la libertad, con su precioso tiempo, que ahora no sabemos en qué ocuparlo.
De repente, las máscaras que usamos a diario en nuestro intento de ser otra persona fueron reemplazadas por otras, tan simples pero tan importantes en estos días.
Miro mis armarios llenos de cosas que encuentro valiosas. Miro los zapatos, bolsos, accesorios, cosméticos, perfumes, hay tantos. Pero mi mirada se detiene en una simple botella de alcohol barato, en un desinfectante para manos, hoy son los más valiosos, los más codiciados.
¿Qué ropa me pondré hoy? Estoy pensando mientras miro mi guardarropa indefinidamente. No importa lo que use, nadie está en las calles para admirarme.
¿Qué lápiz labial debo elegir? Los miro en una fila, son muchos, de diferentes colores. Pero mis ojos están clavados en una mascarilla quirúrgica descartable de 50 centavos y me doy cuenta de que no interesa qué lápiz labial use, la mascarilla lo ocultará todo, es lo más importante.
¿Qué fotos publicaré hoy en las redes sociales? Para compartir los momentos alegres, exitosos, felices, o presumir lo bonita que es mi casa. Mostrar cuantos amigos tengo, que me divierto en los lugares más hermosos, que soy exquisita ¿Cuál de ellas publicar?
La imagen de la mascarilla es hoy la más valiosa. Ella lo degrada a todo.
Siento que soy una prisionera. No puedo salir, verme, admirarme, tal vez incluso que me envidien. Ahora es inútil, no sirve, no me necesitan. Estoy cómoda con algo simple, siempre que esté limpio. Estoy cómoda con mi antiséptico, mi termómetro, estoy feliz de mostrar 36.5 grados permanentemente. No tengo tos, no me siento deprimida, estoy bien. Ya no hay ninguna razón para tomar fotos y publicarlas, a nadie le importa lo que muestro, lo que uso, "Sólo me cuido, haz lo mismo por ti".
¿Quizás la pandemia vino para recordarnos los valores de la vida, para darnos lecciones?
¿Quizás vino a mostrarnos lo equivocados que estamos al pensar que el consumo excesivo es la felicidad, que nuestro estatus social en las escalas más altas es lo que queremos, que la celebridad es un signo de éxito, que la riqueza es un objetivo, que si tienes muchos seguidores en “instagram” eres una persona muy importante?
De repente, los ricos y los pobres tienen algo en común. Comparten el mismo miedo, la misma falta de libertad, la misma inseguridad.
De repente, no importa dónde vivas, en una mansión, un yate, un apartamento, un cobertizo, igual estás en peligro, estás confinado.
De repente, no importa si eres un rey o un simple ciudadano, si eres político, actor famoso, modelo, hombre de negocios, empleado, mendigo, una persona educada o sin educación. Arriesgas lo mismo. Estás confinado.
De repente estás reconsiderando tu vida. Todo lo que pensabas que era importante ya no lo es. Importante es una botella de alcohol, una mascarilla quirúrgica. Es importante que la gente se preocupe por ti. Es importante poder salir de tu casa, poder saludar a las personas, abrazarlas, es importante disfrutar el amor. No importa la ropa que vistes, lo que comes, quién eres. Lo importante es que existes, que te preocupes, que estés sano, que seas libre.
¿El virus vino a enseñar? ¿Vino a recordarnos lo que es realmente valioso? ¿Vino a decirnos que somos pasajeros, que no viviremos para siempre, que no somos el centro del universo?
¿Vino a decirnos que estamos adorando a personas que, más allá de una imagen, no ofrecen nada tan esencial como todos estos médicos y personal de enfermería que son los verdaderos héroes de esta batalla y ante los que vale la pena inclinarse?
¿Quizás es hora de enfocarse en los verdaderos valores de la vida real, personas dignas, sabios, pensadores, y no en aquellos que retratan a los grandes porque tienen muchos seguidores en las redes sociales o porque salen en la televisión?
¿Quizás ser importante cultiva en nosotros fantasías de éxito ilimitado, poder, inteligencia, belleza o amor que requieren admiración extraordinaria y tratamiento especial?
¿Quizás el consumo excesivo y la megalomanía causan un trastorno narcisista que es una forma de psicopatía?
¿Quizás somos potencialmente psicópatas?
¿Quizás el virus "asesino" es además "el maestro" después de todo?
¿Quizás vino para hacernos reconsiderar?
¿Quizás nada es por casualidad finalmente?
De repente, no somos los amos del universo que creíamos ser…
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