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El camino a Itaca...

BORGES EN GRECIA

BORGES EN GRECIA

INTERESANTE DOCUMENTO HISTORICO.

El 14 de junio de 2011 se cumplen veinticinco años de la muerte del gran escritor argentino Jorge Luis Borges. Como un modesto homenaje a su recuerdo, les traigo aquì un texto lleno de sabidurìa y de enseñanzas que corresponde a las palabras de agradecimiento que el propio Borges pronunciò en la ceremonia llevada a cabo el 12 de mayo de 1984 en la ciudad de Rethymno (isla de Creta, Grecia), en la que la Escuela de Filosofìa de la Universidad de Creta le otorgò el doctorado Honoris Causa.

 

“Me avergüenza no saber griego y verme forzado a agradecerles en inglès.

Como poeta no puedo màs que utilizar metàforas, y en esta ocasiòn utilizarè dos. La primera es aquella del retorno a la patria, el retorno de Ulises. Ulises tardò diez años para retornar a Itaca. Yo dirìa que regreso a Creta, que regreso a Grecia, veinticinco siglos despuès de que todo comenzara aquì mismo; aquì donde comenzò la reflexiòn, la dialèctica, la filosofìa, todo. Y regreso despuès de tantos siglos para agradecerles.

Esa es la primera metàfora. Pero hay una màs, aùn màs extraña, y no queda màs que elegir entre una de ambas. La segunda metàfora es el sentimiento de haber estado siempre aquì. Recuerdo haberle preguntado a mi padre el significado de las palabras Magna Grecia. Èl respondiò que eran el sur de Italia y Sicilia, y luego hablando solo continuò: “Acaso la Magna Grecia sea el mundo entero”.

Mis primeras lecturas fueron, recuerdo, las fàbulas de los hermanos Grimm, las Mil y una noches, Alicia de Lewis Caroll y, por supuesto, la mitologìa griega.

De mi padre aprendì filosofìa, comenzando por la cèlebre carrera entre Aquiles y la tortuga, de Zeòn de Elea. Me impresionò profundamente esa paradoja, me parecìa una especie de pesadilla: que la carrera continuara, que Aquiles no pudiera alcanzar a la tortuga, que la tortuga estuviera siempre delante de Aquiles y que todo continuara eternamente.

De la mitologìa griega me impresionaron los doce trabajos de Hèrcules, la expediciòn de los argonautas y, por supuesto, el mito del laberinto.

Pasè mi vida leyendo y escribiendo, y esas dos cosas me hicieron feliz. El mito del laberinto me interesò siempre. Sin embargo el laberinto no me produce sòlo temor sino tambièn una suerte de esperanza. Porque si el mundo es caos, estamos perdidos. Pero si es un laberinto, entonces queda alguna esperanza; existe un propòsito: un plan secreto dentro de este caos aparente.

Pasè mi vida leyendo y escribiendo poesìa; y toda la poesìa proviene, como sabemos, al menos en Occidente, de Grecia. Y Grecia nos dio tambièn la filosofìa. Y al decir filosofìa digo no sòlo las respuestas sino tambièn los enigmas y los cuestionamientos: enigmas y cuestionamientos que ocuparon a los presocràticos y a Platòn.

Y ahora pueden elegir. Pueden considerarme un griego exiliado en Amèrica del Sur, que regresa a su patria; o decir que siempre estuve en Grecia, quiero decir, espiritualmente, no corporalmente.

Ya pueden escoger. Pero lo que quiero que comprendan -y sè que lo entienden, o màs bien sienten (uno siente màs que comprende)- es que me siento feliz aquì, muy dichoso de estar en Grecia, y que estarè aquì por siempre, aùn cuando mi cuerpo estè ausente.”

 

 

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